lunes, 12 de mayo de 2014

Memorias de una ameba

Te escondí de mi vida, de mis recuerdos. Y por si no había suficiente, escondí cada objeto que llevara tu nombre. No quemé nuestras cartas, ni nuestras fotos. Pero las que no borré, las guardé entre tantas carpetas que espero que algún virus me las robe antes de que yo consiga encontrarlas.

Busqué en mi memoria pequeños detalles que te hicieran débil, que me hablaran de tu imperfección. Que me hablaran de todo aquello que nunca quisiste decirme, de aquello que yo nunca supe ver.

Ahora que he recuperado mi voz y mis ganas; ahora que vuelvo a ser yo misma, espero que algún día durante tu vida, haya algo que te recuerde a mí y que te haga maldecir el día en que me dejaste escapar. Y créeme si te digo, que desde la distancia mi corazón lo sentirá.

viernes, 9 de mayo de 2014

24 minutos y medio

Fue un instante lo que tardé en fijarme en él. Era menudo y frágil. Atractivo y perturbador. Me quedé mirándolo. Él con sus rastas y yo con las uñas recién pintadas. Se dio cuenta y me devolvió la mirada. Fue uno de esos combates de los que sabes que no va a salir ningún ganador, pero que atraen tanto como asustan. Entonces una gota de lluvia me cayó en la mejilla, y después otra. Rápidamente una cortina de lluvia fue cayendo sobre la ciudad. Y allí estábamos nosotros. Dos desconocidos que no querían aceptar que no se verían nunca jamás.