domingo, 22 de noviembre de 2015

El muro

Si me siento en este muro, quizá se derrumbe. ¿Pero acaso eso importa?

Hoy es uno de esos días en los que estoy contenta, pero en los que algo viene a golpearme y a intentar robarme esa felicidad. Hace ya bastante tiempo que mi vida no es la que era y, últimamente, los cimientos sobre los que la he construido se tambalean, lo que, soy consciente, implicaría mi total destrucción. ¿Cuántas veces habré oído eso de que 'no dependas de nadie'? He perdido la cuenta, me temo. Me río. Nunca le he hecho caso a eso. Es difícil basar tu vida en ese principio, y más si haces lo que te apetece en cada momento o, como dirían los poetas, lo que te dicta el corazón.

No ha parado de llover en toda la semana, pero hoy me ha dado igual mojarme y he salido a pasear. No me he traído el paraguas porque iba a acabar empapada de todas formas, pero no había caído en lo molesto que es que te golpee el agua en la cara. Ahora ya es demasiado tarde para volver a casa, he tomado una decisión: voy a ver cómo se pone el sol en este día lluvioso. Para ello he subido a la colina más próxima y, como no sé dónde está el sol, simplemente me voy a quedar aquí parada mirando al horizonte. Sé que algunos pensaran que no estoy bien, que me falta un tornillo. Pero a mí esto me llena. Esto me da lo que necesito: me ayuda a creer en los imposibles, en que no he nacido para hacer lo que hacen los demás, en que no hay nada escrito. Y eso me hace sonreír. Así que aquí me hallo yo, sola en una colina intentando demostrarme a mí misma que hago bien por luchar por lo que me hace feliz, aunque eso signifique que a veces vaya a mojarme hasta los huesos y a coger un resfriado. Convenientemente, hay un muro -un tanto deteriorado por el temporal- al lado de un árbol. Si me siento en este muro, quizá se derrumbe bajo mi peso. ¿Pero acaso eso importa? Como mucho me caeré.

Y me volveré a levantar.