lunes, 16 de mayo de 2016

Fin?

Terminamos con un beso en el aeropuerto y un te quiero susurrado al oído. Un te quiero que ya no iba a ningún sitio, excepto a lo más hondo de mi corazón. Un corazón que se pensaba que había sufrido, pero que no sabía que lo peor todavía estaba por llegar.

Y después, un viaje en coche intentando huir de los problemas, intentando borrarle de mi mente. Días grises en los que no sabes cómo vas a salir de esa y en los que todavía te permites pensar en voz alta tus sentimientos por él. Porque todavía no has aceptado que se fue, y que ese avión no va a tener billete de vuelta. Y el tiempo sigue y te crees que has mejorado, que lo ha superado, pero no eres consciente de que hay cosas que simplemente no se superan y están hechas para perseguirte toda tu vida. Poco a poco vas aprendiendo a vivir con ello, pero los comienzos nunca fueron fáciles y todavía menos lo iba a ser este.

Además, resulta que la caja en la que has guardado sus recuerdos no se lo ha llevado del todo, porque te persigue en tus sueños, los cuales se han convertido en pesadillas y te despiertas con lágrimas en los ojos y un agujero en el pecho. Pero sabes que poco a poco el dolor va a desaparecer. Y así es. Muy poco a poco, pero acaba sucediendo. Y los sueños se acaban, pero él no se marcha. Te prohíbes pensar en él, porque no se lo merece, pero el hecho de que la ruptura haya sido pacífica te hace pensar que vais a ser capaces de hablar como amigos y de mantener el contacto. Pero no, porque duele, y porque resulta que él ha decidido que es mejor no hablar contigo y no te contesta a penas, y eso te hace sentir como que lo que tuvisteis no valió nada para él. Aunque sabes que no fue así. 

Cuando pasa el tiempo pruebas otros labios, pero ningunos saben igual de bien. Así que sigues probando, y te das cuenta de lo rota que estás. Y te preguntas, si algún día, dejarás de pensar en él.