viernes, 27 de julio de 2018

Elisa


 Cuando Elisa llegó a su nueva casa sintió que su vida iba a cambiar por completo, por alguna razón extraña, aquella pequeña casa de paredes empapeladas y muebles de madera decidió avisarle de lo que iba a suceder. Elisa no se asustó, se quedó de pie observando a través de la ventana y decidió que, fuera lo que fuese, ella podría aceptarlo. No todos lo sabían, pues Eli sabía esconderlo muy bien, pero ella siempre había sido una luchadora. Acarició la ventana para darle las gracias por el aviso y se fue a su habitación a ordenar las cosas, tenía una larga tarde por delante.

En las siguientes semanas su vida no cambió demasiado, aquel país no se distinguía mucho del suyo, pensaba la chica. La gente le hablaba a veces, pero ella no les entendía, aunque por no ser descortés Elisa siempre asentía con la cabeza y escuchaba. A veces se imaginaba lo que decían “Cuando era pequeño siempre me meaba encima, es por eso que tengo un trauma severo y hace ya 9 años que soy incapaz de ir al baño”, en ocasiones era complicado aguantarse la risa.