domingo, 29 de diciembre de 2013

Los tres tipos de días que rigen nuestras vidas

Me considero una coleccionista de instantes, me gusta acariciarlos, disfrutar ese momento de paz que sientes mientras escuchas una canción, o esa sensación de bienestar que te produce saborear un silencio. Pero cuando pienso en el pasar del tiempo, no puedo evitar reírme, me resulta tan curioso…

Hay días que pasan con delicadeza; intentan tratarte con cariño para no modificar nada de tu vida. Su propósito es pasar desapercibidos y dejarte igual que estabas antes que ellos llegaran. Son los llamados días de paz, de soledad, o de felicidad. No importa qué sentimiento sea el que perdure, son días benevolentes que lo que tratan es permitir que te acomodes. Crear una etapa de tu existencia en la que sepas lo que va a pasar al día siguiente. Si estos días no existieran todo sería agotador,  una espiral negra que nos enloquecería.

¿Pero existe la vida sin cambios? No. Así que, por otra parte, están los días que son los revolucionarios de tu vida. Pretenden cambiarlo todo: desde tu peinado hasta el color de tu novio. ¡Hey, stop queridos! Esos días hay que mantener la calma, aceptar los cambios –si no con gusto con elegancia- y no tratarlos muy bien (no sea cosa que les apetezca volver demasiado pronto). Sea como sea, después de estas jornadas de cambios en las que lo único que perdura es tu nombre, tenemos que aprender a amar nuestra nueva vida, no ponerle cara de asco, e ir justificando las ausencias.

 Life’s carry on entona Passenger en su última canción Holes. Así que yo, si lo dice él, me lo creo.  Por esta razón, y por muchos artistas más que han cantado lo mismo mucho antes que él, he aprendido a apreciar otro tipo de día: el de transición. Es ese en el que te vas dando cuenta de las pérdidas que los días revolucionarios han ocasionado, en el que haces una lista de las cosas que debes tirar a la basura porque no volverán a hacerte falta. Datos inservibles de la vida de los demás, sueños que nunca pasaran al plano de la realidad, recuerdos que se quedan en el fondo del corazón. Las despedidas son esenciales en este tipo de días, son las que te permiten avanzar sin dolor, solo con un poco de nostalgia. Pero a mí me gusta considerar a la nostalgia el orgasmo de la tristeza, es algo que solo consigues cuando lo que se ha llevado el tiempo era real.


Lo bueno de la vida es que la mayoría de los días son felices. Solo hace falta fijarse en los detalles. Gozar con una pequeña sonrisa como si de la más bonita del mundo se tratara, bailar tu canción preferida en tu habitación con los ojos cerrados, sorprenderte con la historia de un libro aunque ya imaginaras el final, reírte sola porque acabas de hacer una tontería, arreglarte un poco para verte guapa. Al fin y al cabo, la relación más profunda que tendremos durante nuestra vida será con nosotros mismos. ¿Y hay algo más bonito que mantener una feliz relación de por vida?

"Yeah we've got holes, but we carry on" Holes, Passenger

viernes, 13 de diciembre de 2013

Lo que pasa después de una ruptura

Mi corazón lo deseaba con tal fuerza que ni el razonamiento más sensato de mi mente hubiera cambiado ese sentimiento.

El aire me azotaba sin ningún miramiento, obligando a mis ojos a que derramasen pequeñas lágrimas, pero a mí no me importaba. Lo único que quería era sentir algo que me hiciera olvidar la pena de mi corazón.
Las horas pasaban lentamente, haciendo que cada segundo significase una eternidad, que cada minuto fuera infinito.

No quería preguntarme cómo había llegado a esa situación, ya tenía suficiente con saber que había sido la causante. Solo quería saber cómo salir de ella, cómo explicarle a esa persona que lo necesitaba, que añoraba cómo me miraba de soslayo cuando yo estaba soñando con el paisaje, su mano cálida junto a la mía siempre fría, sus gritos raros que siempre me hacían reír, su voz preocupándose por mí, su brazo izquierdo por debajo de la almohada y su otro brazo acunándone. Sus besos infinitos que sabían a gloria, su puta obsesión por la cebolla.

La vida es impredecible, las situaciones pueden llegar a virar 180 grados de un momento para otro. Pero si dentro de tu corazón sabes que todo ha valido la pena... cualquier sufrimiento está  justificado. Si es así, el dolor se hace más llevadero, no se marcha, pero adquiere un sentido.
Y en esta vida, un sentido es lo máximo que se le puede pedir al destino.