Me considero una coleccionista de instantes, me gusta acariciarlos,
disfrutar ese momento de paz que sientes mientras escuchas una canción, o esa
sensación de bienestar que te produce saborear un silencio. Pero cuando pienso
en el pasar del tiempo, no puedo evitar reírme, me resulta tan curioso…
Hay días que pasan con delicadeza; intentan tratarte con
cariño para no modificar nada de tu vida. Su propósito es pasar desapercibidos
y dejarte igual que estabas antes que ellos llegaran. Son los llamados días de
paz, de soledad, o de felicidad. No importa qué sentimiento sea el que perdure,
son días benevolentes que lo que tratan es permitir que te acomodes. Crear una
etapa de tu existencia en la que sepas lo que va a pasar al día siguiente. Si estos
días no existieran todo sería agotador, una espiral negra que nos enloquecería.
¿Pero existe la vida sin cambios? No. Así que, por otra
parte, están los días que son los revolucionarios de tu vida. Pretenden
cambiarlo todo: desde tu peinado hasta el color de tu novio. ¡Hey, stop
queridos! Esos días hay que mantener la calma, aceptar los cambios –si no con
gusto con elegancia- y no tratarlos muy bien (no sea cosa que les apetezca
volver demasiado pronto). Sea como sea, después de estas jornadas de cambios en
las que lo único que perdura es tu nombre, tenemos que aprender a amar nuestra
nueva vida, no ponerle cara de asco, e ir justificando las ausencias.
Life’s carry on entona Passenger en su última canción Holes. Así que yo, si lo dice él, me lo creo. Por esta razón, y por muchos artistas más que
han cantado lo mismo mucho antes que él, he aprendido a apreciar otro tipo de
día: el de transición. Es ese en el que te vas dando cuenta de las pérdidas que
los días revolucionarios han ocasionado, en el que haces una lista de las cosas
que debes tirar a la basura porque no volverán a hacerte falta. Datos
inservibles de la vida de los demás, sueños que nunca pasaran al plano de la
realidad, recuerdos que se quedan en el fondo del corazón. Las despedidas son
esenciales en este tipo de días, son las que te permiten avanzar sin dolor,
solo con un poco de nostalgia. Pero a mí me gusta considerar a la nostalgia el
orgasmo de la tristeza, es algo que solo consigues cuando lo que se ha llevado
el tiempo era real.
Lo bueno de la vida es que la mayoría de los días son
felices. Solo hace falta fijarse en los detalles. Gozar con una pequeña
sonrisa como si de la más bonita del mundo se tratara, bailar tu canción preferida
en tu habitación con los ojos cerrados, sorprenderte con la historia de un
libro aunque ya imaginaras el final, reírte sola porque acabas de
hacer una tontería, arreglarte un poco para verte guapa. Al fin y al cabo, la
relación más profunda que tendremos durante nuestra vida será con nosotros
mismos. ¿Y hay algo más bonito que mantener una feliz relación de por vida?
"Yeah we've got holes, but we carry on" Holes, Passenger
Muy buena entrada, me alegro de haber encontrado tu blog. Yo también soy de los que disfrutan con las pequeñas cosas. Me encanta tumbarme en la cama, panza arriba, y perderme en mí mismo mientras escucho cualquier canción ochentera. Es interesante lo que cuentas sobre los días...Algunos no parecen pintar nada y otros...
ResponderEliminarGracias por escribir, seguiré pasando. Yo también le doy a la escritura. Por si te apetece, www.rincondemoises.blogspot.com.es
¡Muchas gracias! De verdad :)
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