Es una hoja en blanco. Una hoja en blanco y todos mis sentimientos puestos en la yema de mis dedos. Que surja a borbotones lo que no digo con palabras, lo que, a veces, no me atrevo a pensar.
Y aquí, sentada en mi silla, en este momento en el que nadie ve mi debilidad, me atrevo a pensar en ti. En el miedo que me provocas, en las ganas de besarte que me niego a aceptar. En los los impulsos de reír, llorar, correr y escribir a los que me empujas ¿No os habéis sentido nunca como si no fuerais dueños de lo que sentís? Que un día teníais vuestra vida tranquila, y al siguiente, ya no sabéis nada. Solo que sientes. Que sientes algo. Algo que no deberías. La palabra prohibida; te sientes enamorada, lo que, la mayoría de veces, es sinónimo de perdida.
Pero la mente dice que es imposible, que mañana tus sentimientos habrán cambiado, y que si no lo han hecho, deberían.
En este mundo queremos a muy pocas personas, y aún quedan muchas menos si reducimos el filtro y no contamos a las que un día amabas con locura y que, cuando se cae el idílico velo del amor, aborreces. Y por eso, me pregunto ¿debemos dejar ir a ese alguien que nos hace sentir ese "algo", por miedo a que no salga bien? ¿Hasta qué punto debemos intentar enamorar a alguien?
Muchas preguntas sin respuesta de las que no espero obtener la solución, pero, al menos, una cosa tengo clara: es mejor que te enamoren a tener que enamorar.
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