Todo duele menos cuando toma forma. Desde el principio, somos conscientes de qué planes van a ser buenos para nosotros y cuáles no, pero a pesar de saberlo, seguimos andando. Tomamos el camino equivocado a proposito, y cuando se tuerce nos duele igual que si no lo hubiésemos sabido. Lo bueno de todo esto es que no nos coge por sorpresa y disfrutamos el haber sabido predecir la catástrofe. Y quizá algún día, después de mil desengaños, dejemos de apostar por la opción peligrosa y elijamos el camino de rosas que nos lleva a la placentera felicidad. Qué fácil es equivocarse y qué difícil acertar.
cuánta razón tienes...
ResponderEliminarya me apetecía que escribieras algo, a ver si te animas y puedes publicar más, que me gusta leer a mis (pocos) seguidores jejeje
Un beso!