Soñando con su boca soñé que me
quemaba. Sentía el ardor de las heridas que él iba dejando en mis
labios. Su aliento contra el mío, nuestros cuerpos hecho uno.
Consumiéndonos como una cerilla encendida, como un cigarro en un día
airado.
Me desperté sudando. Media hora de
agua fría en la ducha no fue bastante para olvidar su recuerdo, como
bien sabía que no lo sería ni una vida entera.
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