miércoles, 20 de febrero de 2013

The old story


Ese suspiro que rellena los huecos de tu corazón. Esa sensación de que algo no va, de que ese "algo" está roto y de que no se puede arreglar. Sea por la razón que sea: por falta de ganas, por miedo a vivir o por egoísmo. Cada razón más triste que la otra, ¿qué se ha hecho de los amantes que luchaban por su amor? ¿se han quedado en la literatura y en la gran pantalla? Seguramente. 

Es la historia de tu vida, un par de sueños rotos y una sonata fúnebre.

Pero no hay muerto alguno en el ataúd, la marcha fúnebre es por algo más importante que tu vida: la esperanza, los sueños y las ganas de vivir; y es que sin esto no somos nadie, somos solo un trozo de carne que puede moverse, un alma que no tiene fuerzas para expresarse, que reside prisionera de un cuerpo sin pasiones.
Y el amor que, como dice el dicho, puede llegar a mover montañas, también puede ser la pieza más débil de tu ser, como una rosa arrancada que se marchita si no la cuidas, si no la mimas.

Tienes que tratar tu corazón con delicadeza, sin dañarlo más, intentando rehacer con besos las partes rotas.
El problema de todo esto es que por mucho que intentemos cuidar nuestro corazón, son los demás los que deberían tener más respeto por él, aunque a muchos parece no importarles. 
Y a pesar de que un corazón dañado se pueda curar con besos, no todos lo hacen, como tampoco pueden ser reparadas todas las partes rotas de un corazón.





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